NUESTRO RETO COMO MUJERES




Vale la pena preguntarnos ¿cuán efectiva es la actividad que llevamos a cabo en nuestra iglesia y como hijas de Dios?, ¿por qué se observan mujeres cargadas de tantos problemas familiares sin solucionarse?, ¿será que el ministerio fundamental de la mujer en la iglesia ha perdido algo de su enfoque principal?
Debemos "soñar con ser una mujer de Dios", somos embajadoras y Jesús debe brillar en nosotras.

Tito 2:3-5
"Las ancianas asimismo sean reverentes (respeto) en su porte, no calumniadoras, no esclavas del vino, maestra del bien, que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada"

He aquí un principio para el ministerio de la mujer en la iglesia local: las mujeres mayores enseñan a las mujeres más jóvenes.

* Dos características básicas que debemos alcanzar.-


- Experiencia en los caminos del Señor
- Ejemplar: Debe ser una mujer ejemplar en su carácter y conducta.

No significa que sea una mujer perfecta. Ella es ejemplo para otras mujeres. La ven y dicen: "yo debo ser como ella"
Debemos ser ejemplo para Dios y para nuestra familia (esposo e hijos), no podemos ser ejemplo fuera de casa y de pueras para adentro ser diferentes.

Ser ejemplo en casa es precioso, eso le da seguridad a nuestros esposos.
Si nosotras nos mostramos desequilibradas, siendo irritables todo el tiempo, ellos no saben como actuar, si hablar o no, y esto los desequilibra y los hace torpes.

Necesitamos aprender lo que significa el matrimonio y el hogar; necesitamos la perpectiva de Dios, y lo que Él dice acerca de:

- Las relaciones familiares.
- La sexualidad
- Luchas con el carácter
- El proceso de descubrir sus dones espirituales
- Crisis de salud
- Depresión
- Crisis financiera
Esto y muchas cosas más.

Dios quiere bendecir a la iglesia, también a través del departamento de mujeres, y para Él espera que seamos mujeres con metas, entusiastas, esforzadas, que contagie al resto de la iglesia, a los que lleguen nuevos.
Lo que marca la diferencia es tener el fuego de Dios.
Dios las bendiga a todas.
COMPARTE: Hna. Luz Elena Pérez

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